España es el segundo país de la Unión Europea con mayor tasa de separaciones y divorcios. Esto, a veces, puede ser vivido o interpretado como un fracaso vital por los miembros de la pareja. Lo que era un proyecto en común se ha visto truncado y es normal que aparezcan sentimientos de tristeza, rabia, frustración e, incluso, deseos de venganza por uno de los miembros. Estos aspectos se complican cuando en esa ruptura la pareja tiene hijos.
Diversos estudios afirman que, en la inmensa mayoría de los casos, una separación de los padres tiene unos efectos negativos sobre los hijos. El impacto emocional es muy grande y es probable que repercuta tanto a corto plazo como en etapas adultas. Esto ocurre incluso en los casos en los que la separación es más que necesaria. No obstante, hay algunos aspectos que pueden ser protectores para que el impacto de la separación no sea tan traumático, los cuales comentaremos más adelante.
¿Cómo reciben los niños la separación?
En etapas tempranas, dentro de la estructura cerebral de los niños, es difícil entender el concepto de la separación. Los más pequeños tienden a pensar que si se ha roto el amor entre los padres, también es probable que se haya roto el amor que sienten hacia él. Además, es habitual que, desde su concepción egocéntrica del mundo, se atribuyan la responsabilidad de los hechos y piensen que la separación ha ocurrido porque ellos han tenido algo que ver.
Por esto, es normal que los más pequeños presenten comportamientos regresivos y se muestren más dependientes de los padres de lo que lo eran antes de la separación. Puede que no quieran dormir solos, que se nieguen a comer solos a ir al baño. Estos comportamientos son una forma de comprobar el amor que sus padres sienten hacia ellos, ya que si les cuidan y les atienden significará que les quieren.
¿Qué hacer para disminuir el impacto de la separación?
Como ya hemos comentado, una separación siempre va a tener un impacto emocional en los miembros de la familia. Sin embargo, hay algunos aspectos que podemos tener en cuenta para favorecer una mejor integración de lo ocurrido.
- Tener una comunicación abierta, clara y honesta. A la hora de comunicar la noticia, es importante que estén los dos padres presentes y explicarles de forma clara y ajustada a su edad lo que está ocurriendo. Es importante estar disponibles para responder todas las dudas que tengan, sin convertirles en confidentes de uno de los miembros de la pareja. Los niños no están preparados para asumir ese papel y las consecuencias pueden ser dañinas.
- Aclarar y mostrar amor incondicional. Los niños deben sentir que la ruptura de la pareja y del núcleo familiar no ha significado una ruptura del vínculo que cada uno de los padres tiene con él.
- Ajustar expectativas. Si el niño se culpabiliza, será importante dejar claro que no ha tenido ninguna responsabilidad en el proceso, ha sido una decisión adulta que tiene que ver con la relación de pareja. Asimismo, es conveniente aclarar que la decisión es definitiva, ya que muchos niños fantasean con la idea de que sus padres se vuelvan a juntar.
- Fomentar su autonomía. Si aparecen los comportamientos regresivos que comentamos con anterioridad, habrá que aceptarlos y que ir haciendo que el niño se haga cargo de esas habilidades y destrezas, como hacía con anterioridad. Si estos comportamientos se alargaran en el tiempo o interfirieran significativamente con su vida cotidiana es conveniente consultar con un profesional.
- Mantenerle al margen de los conflictos de pareja. Es habitual que una separación despierte conflictos y discusiones. Es recomendable que los hijos no estén presentes cuando esto ocurra, que no se les incite a tomar partido y que su seguridad esté por encima de todo.
Conclusiones
Los hijos son víctimas en el proceso de separación. Para ellos, este acontecimiento es doloroso y tiene un impacto emocional que les va a influir en su forma de definirse a ellos mismos y en su concepción sobre el mundo.
Por esto, es de vital importancia que exista una planificación para llevarlo a cabo y que el impacto pueda ser menor. Consultar con un psicoterapeuta para elaborar el duelo de manera individual ayudará a poder enfrentar esta situación desde la serenidad y la calma, y no tanto desde el dolor o la rabia. Asimismo, un psicólogo forense o un psicoterapeuta de pareja pueden orientar estudiando el caso en concreto.
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