Con frecuencia en consulta nos encontramos con personas que presentan dificultades a la hora de relacionarse con otras personas (familia, amigos, parejas, compañeros…) y/o a la hora de resolver problemas o gestionar situaciones. En muchos de estos casos, en el fondo hay un problema en el apego.
Para poder explicar las consecuencias emocionales y psicológicas que tiene para la persona desarrollar un determinado estilo de apego, es necesario comenzar explicando en qué consiste realmente este concepto.
¿Qué es el apego?
El apego es el vínculo asimétrico y no recíproco que se da entre un bebé o niño y su cuidador. Con el término «cuidador» nos referimos a su adulto de referencia: padre y/o madre. Este vínculo es muy importante, dado que el bebé es dependiente y necesita los cuidados de un adulto para sobrevivir.
Un buen apego implica multitud de emociones positivas y brinda seguridad y protección. En este contexto, es sencillo entender que para el bebé, su cuidador es un refugio, una fuente de recursos y conocimientos, una base segura mediante la que el niño puede satisfacer su curiosidad por el mundo exterior sin tenerle miedo.
En la interacción entre bebé y cuidador se pueden dar dos tipos de comportamientos. El bebé busca la cercanía hacia su cuidador con el objetivo de:
-Calmar su malestar emocional o satisfacer sus necesidades básicas.
-Explorar el mundo exterior y desarrollarse emocional y cognitivamente. La calidad del apego dependerá de cómo el cuidador sepa ver estas conductas en su bebé
Los seres humanos venimos a este mundo con predisposición para conectar con aquellos que nos cuidan. Una conexión que empieza con los padres, pero que se traslada también a otras personas con una conexión emocionalmente significativa: maestros, profesores, abuelos, amigos..
¿Por qué es tan decisivo el apego para las personas?
Porque la forma en la que el bebé aprendió a vincularse con su cuidador, será la forma en la que se relacione con las demás personas a lo largo de su vida.
Es decir, el estilo de apego repercute tanto en la infancia como en la adultez de la persona, haciendo que se relacione con los demás de forma similar a como lo hizo con sus padres.
El tipo de relación que se establece entre el bebé de pocos meses y su cuidador es determinante en la conducta y desarrollo emocional posterior.
El estilo de apego establecido durante la infancia puede ser visible en los miedos e inseguridades del adulto, y en la manera de afrontarlos.
El apego protege la salud mental del bebé.
¿Cuántos tipos de apego hay?
-Apego Seguro: permite al peque explorar, conocer munco y relacionarse con otros bajo la tranquilidad de senir que la persona con quien se ha vinculado va a estar allí para protegerlo.
-Apegos inseguros: Cuando lo anterior no ocurre, los miedos e inseguridades influyen en el modo de interpretar el mundo y de relacionarse.
-Ansioso-Evitativo
-Inseguro-Ambivalente
-Desorganizado
¿En qué consiste el apego seguro?
La característica clave es la incondicionalidad: el niño sabe que su cuidador no va a fallarle. Se siente querido, aceptado y valorado. Este tipo de apego depende en gran medida de la constancia del cuidador en proporcionar cuidados y seguridad. Debe tratarse de una persona atenta y preocupada por comunicarse con el recién nacido, no solo interesada en cubrir las necesidades de limpieza y alimentación del bebé. El inconveniente o la dificultad estriba en que esto supone una entrega casi total de parte del cuidador, o cual puede reseultar complicado para algunas personas.
Los niños con apego seguro manifiestan comportamientos activos, interactúan de manera confiada con el entorno y hay una sintonía emocional entre el niño y la figura vincular de apego.
No les supone un esfuerzo unirse íntimamente a las personas y no les provoca miedo el abandono. Es decir, pueden llevar una vida adulta independiente, sin prescindir de sus relaciones interpersonales y los vínculos afectivos.
Apego ambivalente
En psicología, “ambivalente” significa expresar emociones o sentimientos contrapuestos, lo cual frecuentemente genera angustia. En estos casos, el niño no confía en sus cuidadores y tiene una sensación constante de inseguridad, de que a veces sus cuidadores están y otras veces no. Lo constante en los cuidadores es la inconsistencia en las conductas de cuidado y seguridad.
Las emociones más frecuentes en este tipo de apego son el miedo y la angustia exacerbada ante las separaciones, así como una dificultad para calmarse cuando el cuidador vuelve. Los menores necesitan la aprobación de los cuidadores y vigilan de manera permanente que no les abandonen. Exploran el ambiente de manera poco relajada y procurando no alejarse demasiado de la figura de apego.
De adultos, el apego ansioso-ambivalente provoca una sensación de temor a que su pareja no les ame o no les desee realmente. Les resulta difícil interaccionar d ela manera que les gustaría c on las personas, ya que esperan recibir más intimidad o vinculación de la que proporcionan. Un ejemplo de este tipo de apego en adultos es la dependencia emocional.
Apego evitativo
Los niños con un apego de tipo evitativo han asumido que no pueden contar con sus cuidadores, lo cual les provoca sufrimiento. Se cnoce como evitativo porque los bebés presentan distintas conductas de distanciamiento. Por ejemplo no lloran cuando se separan de su cuidador, se interesan solo en sus juguetes y evitan el contacto cercano.
La constante han sido conductas de sus cuidadores que no han generado suficiente seguridad, el menor desarrolla una autosuficiencia compulsiva con preferencia por la distancia emocional.
La despreocupación por la separación puede confundirse con seguridad, en distintos estudios se ha mostrado que en realidad estos niños presentan signos fisiológicos asociados al estrés, cuya activación perdura por más tiempo que los niños con un apego seguro. Estos menores viven sintiéndose poco queridos y valorados: muchas veces no expresan ni entienden las emociones de los demás y por lo mismo evitan las relaciones de intimidad.
En la edad adulta se producen sentimientos de rechazo de la intimidad con otros y de dificultades de relación. Por ejemplo, las parejas de estas personas echan en falta más intimidad en la interacción.
Apego desorganizado
Es una mezcla entre el apego ansioso y el evitativo en el que el niño presenta comportamientos contradictorios e inadecuados. Hay quienes lo traducen en una carencia total de apego.
Lo constante en los cuidadores han sido conductas negligentes o inseguras. Se trata del extremo contrario al apego seguro. Casos de abandono temprano, cuya consecuencia en el niño es la pérdida de confianza en su cuidador o figura vincular, e incluso puede sentir constantemente miedo hacia ésta.
Los menores tienen tendencia a conductas explosivas, destrucción de juguetes, reacciones impulsivas, así como grandes dificultades para entenderse con sus cuidadores y con otras personas.
Evitan la intimidad, no han enconrtado una forma de gestionar las emociones que esto les provoca, por lo que se genera un desbordamiento emocional de carácter negativo que impide la expresión de las emociones positivas.
De asultos suelen ser personas con alta carga de frustración e ita, no se sienten queridos y parece que rechacen las relaciones, si bien en el fondo son su mayor anhelo. En otros casos, este tipo de apego en adultos puede encontrarse en el fondo de las relaciones conflictivas constantes.