¿Piensas que parar es perder el tiempo? ¿Cuando paras no dejas de pensar en todo aquello que ha quedado pendiente de hacer o que podrías estar haciendo? ¿No eres capaz de relajarte «sin hacer nada»? ¿Te resulta difícil mantenerte sentado viendo una serie o película? ¿Te cuesta estar «sin hacer nada»? ¿Llegas al agotamiento porque no puedes parar a tiempo? ¿Encuentras infinitas tareas o cosas para hacer y te genera ansiedad posponerlas? ¿Piensas que descansar es no hacer nada?
Si has respondido afirmativamente a varias de las anteriores cuestiones, es muy probable que tengas dificultades para saber cuándo y cómo parar, así que te dejamos un breve post con las claves necesarias para que puedas empezar a hacerlo.
La cultura de la productividad
Vivimos en la cultura de enfocarnos en las tareas, en la rutina, en el producir, ser eficientes e incluso en cuidar a otros. Y si no lo hacemos, parece que vamos a ser juzgados como malos trabajadores, malas personas, personas vagas…
No podemos entender el acto de parar como un lujo. Parar es una necesidad. Tenemos la necesidad de recuperarnos, de reponernos, porque sin ese espacio de descanso y recuperación pueden aparecer a medio y largo plazo síntomas psicológicos tanto ansiosos como depresivos: la persona acaba mostrando un agotamiento mental y físico, mayor irascibilidad, mayor tristeza, desesperanza, ansiedad…
Y parar no es coger el móvil o las redes sociales. Eso implica que no paramos mentalmente.
Beneficios de parar
Parar es volver al aquí y al ahora, es tomar consciencia de cómo estamos, de cómo nos sentimos, qué necesitamos, qué nos apetece, qué deseamos… Y los beneficios de parar a tiempo son:
- Mejora tu autoestima: Uno cuida aquello que quiere. Si te permites cuidarte y parar, te estás dando el mensaje de que eres importante.
- Fomenta la regulación emocional: pregúntate si respondes igual a un estímulo o a un problema cuando estás descansado que cuando estás agotado.
- Favorece el autocuidado: tomar conciencia de cómo estamos y permitirnos parar nos da la posibilidad de darnos cuenta de tendencias tóxicas que estábamos desempeñando de forma automática y nos permite plantearnos dejarlas.
- Ayuda a tomar perspectiva: cuando vas a un museo, no ves igual una enorme obra cuando estás a un metro de ella que cuando te alejas unos metros más atrás y la ves completa y con mayor perspectiva. Pues igual sucede cuando estamos inmersos en una dinámica de no parar, donde tenemos mucho ruido mental y poca claridad para ver las cosas con perspectiva.
- Favorece la creatividad: parar le da la posibilidad al cerebro de desarrollar la creatividad, la imaginación.
Atiende a las señales para parar
Parece que es el entorno o las circunstancias externas a nosotros las que determinan cuándo podemos parar: cuando estamos enfermos, cuando nos operan y tenemos que guardar reposo, cuando tenemos un accidente, cuando aparece una enfermedad o un problema grave de salud…
Sin embaro, el cuerpo nos da avisos de forma previa a sentirnos debastados del todo. A veces estamos tan ocupados que no nos damos cuenta de que necesitamos parar, pero otras veces nos damos cuenta y aun así no nos lo permitimos.
¿Qué puedo hacer para parar?
Las tareas en el día a día pueden ser infinitas en cualquier área de la vida de la persona. Siempre hay cosas que hacer, y cuando parece que no las hay ¡surgen!
Por eso es importante que aprendamos a poner límites a las tareas, y para ello tenemos que llegar a un acuerdo con nosotros mismos: ¿hasta dónde puedo llegar cada día? ¿y cuánto tiempo puedo y quiero emplear en hacer tareas?
Es decir, poner límites realistas y sanos. No hay que poder con todo, es muy poco realista y muy poco sano. Y no hay que poder con todo todos los días.
Además de poner límites en cuanto a tareas y tiempo empleado en ellas, resulta útil hacer una lista de cosas pendientes y ordenarlas: no es lo mismo lo urgente que lo importante.
Por último, puedes dividir las tareas en subtareas. De este modo, se pueden ir adelantando subtareas en el tiempo que nos hemos concedido para ello, sintiendo así que avanzamos pese a no terminar por completo la actividad. Esto facilita que paremos sin sentirnos frustrados.
Conclusiones
Descansar es prioritario para nuestra salud física y mental. No es un capricho, no es un lujo, es una necesidad básica que forma parte de nuestro propio autocuidado.
Si tienes creencias o pensamientos que te impiden entender el descanso de esta forma, es importante trabajarlos en terapia.
Natalia Gordillo
Psicóloga MentalMadrid