La disfunción eréctil se define como la incapacidad para conseguir o mantener una erección con la suficiente rigidez como para llevar a cabo relaciones sexuales satisfactorias.
La edad, es un factor fundamental, aumentando la prevalencia de la disfunción eréctil severa, diez veces por encima de los 40 años con respecto a edades inferiores.
Etiología
En toda disfunción eréctil hay un componente psicológico, con independencia de que exista una posible causa orgánica:
- De inicio orgánico y mantenimiento psicológico, habiendo desaparecido el factor orgánico. Por ejemplo, etiología hormonal por déficit de testosterona libre, en el que, al reponer los valores hormonales, la imposibilidad de la erección persiste.
- De inicio y mantenimiento psicológico, pero en la evaluación aparece un factor orgánico. Por ejemplo, paciente depresivo que inicia un trastorno de erección y en la evaluación se encuentra una hipertensión arterial o diabetes.
- De inicio y mantenimiento psicológico (el más común en la población entre 20-40 años). Comienza con disfunción eréctil coincidiendo con un estrés intenso y a continuación evoluciona hasta una depresión que perpetúa en problemas de erección.
- De inicio orgánico, agravamiento psicológico persistiendo factor orgánico. Por ejemplo, consecuencia de una diabetes aparece la disfunción eréctil y ante la disfunción, el paciente se deprime o genera ansiedad de ejecución (ansiedad a realizar el acto sexual por miedo a fallar) lo que mantiene y agrava el proceso.
- De inicio y mantenimiento orgánico. Por ejemplo, disfunción eréctil provocada por una prostatectomía radical con recesión de las bandeletas. Aquí el paciente también presenta importantes repercusiones emocionales secundarias.
Aspectos psicológicos
Las causas de una disfunción eréctil psicógena se dividen en tres grupos:
- Factores inmediatos (ansiedad de ejecución)
- Acontecimientos vitales traumáticos de reciente historia.
- Vulnerabilidad desarrollada en la infancia o adolescencia.
La ansiedad de ejecución o desempeño es el factor último que desencadena la pérdida de la erección, actuando generalmente como precipitante y mantenedor de la disfunción. Esta ansiedad es desencadenada por diferentes factores:
- Temor al fracaso: miedo intenso a volver a fallar durante el acto sexual
- Obligación de resultados: autoexigencia con una necesidad de no fallar para poder mantener una relación sexual satisfactoria.
- Altruismo excesivo: necesidad de que la pareja disfrute, aunque eso suponga que la persona que padece la disfunción eréctil no se permita disfrutar por poner toda la atención en la pareja.
- Autoobservación: estar pendiente de cualquier estímulo para no fallar, lo que generará una mayor ansiedad de ejecución.
Afectación en la pareja.
La demanda de relaciones por parte de la pareja del hombre con disfunción eréctil hace que el individuo tenga reacciones muy negativas.
Esto haría que el individuo genere unas actitudes negativas hacia la relación con percepción de falta de control.
El paciente estaría concentrado en las consecuencias de su imposibilidad para penetrar, lo que aumentaría su ansiedad, conllevado una pérdida o ausencia de la erección y, por tanto, tendencia a la evitación sexual.
Sin embargo, quienes tienen experiencias sexuales positivas, ante la demanda de relaciones sexuales por parte de la pareja, cabe esperar que tenga expectativas de correcta erección y como consecuencia, tendencia al acercamiento.
La evitación de los contactos sexuales se hace aún más intensa entre homosexuales, donde la disfunción eréctil acaba frecuentemente con la relación de pareja.
La estructura de personalidad también es una variable notable a tener en cuenta. Una escasa asertividad asociado a pasividad y dominancia baja, es responsable de un 23% de las disfunciones eréctiles. Asimismo, van a estar afectados el 54% de quienes padecen ansiedad generalizada.
Un factor de inevitable influencia en la respuesta eréctil es el estado de ánimo. Los estados depresivos son comórbidos con la disfunción eréctil en una relación bidireccional, es decir, las alteraciones de la erección provocan depresión y la depresión induce a la disfunción eréctil. Además, los hombres con trastorno depresivo mayor, presentan alteraciones en la tumescencia peneana nocturna.
El comportamiento de la pareja actuará como un factor predisponente, precipitante o mantenedor de la disfunción. Es por ello, que la intervención psicológica de la disfunción eréctil en el hombre hay que trabajarla en conjunto con la pareja.
Suele ser más común, que los hombres, cuando tienen algún problema acostumbran a omitirlo hasta que no encuentra una solución, apareciendo callados y distantes. Como, además, evitan a la pareja, ellas pueden pensar que no les atraen físicamente, o aun, pero, que existe alguna relación extramarital.
Otro factor que agrava el ambiente de incomunicación y de descontento, se debe a la poca consideración del paciente con disfunción eréctil, que en el momento que obtiene una erección casual, por temor a perder la firmeza del pene, rápidamente intenta penetrar sin ni si quiera estimular a la pareja. También es habitual despertar a la mujer de madrugada porque se ha notado el pene erecto, para aprovechar la ocasión. Este tipo de conductas suelen ser interpretadas por la pareja como una prueba de egoísmo.
Si la evolución es prolongada en el tiempo, cuando se consiguen tomar medidas para recuperar la erección, puede ser demasiado tarde porque la mujer “tira la toalla”. Por este motivo empiezan a cuidarse menos y aparecer menos atractivas ante la pareja, lo que contribuye al mantenimiento de la disfunción eréctil.
Si estás sufriendo de disfunción eréctil no dudes en buscar asesoramiento profesional.
Para más información, recomendable lectura del “Manual de Sexología y Terapia Sexual” de Francisco Cabello.
Alberto Ramírez
Psicólogo MentalMadrid