Confinamiento: Cuando la ansiedad y el estrés se instalan en tu hogar.

¿Sabes de dónde viene el malestar psicológico al no salir de casa?

Las propias autoridades sanitarias afirman que la situación de confinamiento que estamos viviendo en la actualidad debido al COVID-19 puede tener efectos negativos en nuestra salud física y mental, con la aparición o el agravamiento de síntomas de ansiedad, depresivos o un nivel alto de estrés, entre otros.

Con este post se pretende dar información sobre las consecuencias que la cuarentena puede causarnos a nivel biológico y psicológico. Tener el conocimiento sobre ellas es el primer paso para poder actuar y prevenirlas.

Desregulación de los ritmos circadianos

La falta de luz solar puede hacer que nuestro ritmo circadiano se desregule. Hay que tener en cuenta que el sol ayuda a que llevemos una vida ordenada, debido a que disponemos biológicamente de un reloj circadiano que hace que se regule nuestro metabolismo gracias a la luz solar. Permanecer mucho tiempo en casa puede provocar un cambio en nuestros horarios (tanto de alimentación como de sueño), ya que nuestro cuerpo no dispone de la regulación necesaria debido a la falta de luz solar. Esto puede hacer que pasemos horas realizando una misma tarea sin tener consciencia del paso del tiempo, ya que la mayoría de las veces solo recibimos luz artificial.

Toda esta desregulación biológica puede hacer que nos sintamos desorientados, más cansados de lo habitual, sin ningún apetito o todo lo contrario, con unas ganas tremendas de comer a todas horas, así como padecer insomnio o hipersomnia.

A nivel bioquímico, la falta de luz solar hace que tengamos niveles de vitamina D muy bajos, lo que hace que nuestro sistema inmunológico se desregule. Por ello, el tiempo que pasemos confinados en casa es importante que mantengamos una dieta rica en vitamina D, sana y variada.

Aumento o aparición de estrés, de síntomas de ansiedad y depresivos

Durante este periodo de confinamiento se ve comprometida, o al menos limitada, la realización de ejercicio físico. Está científicamente demostrado que hacer deporte favorece la liberación de endorfinas. Estas sustancias químicas a nivel cerebral facilitan la aparición de la sensación de felicidad y además alivian los síntomas depresivos y de ansiedad.

Otro beneficio reconocido del ejercicio físico es que mitiga el estrés, incrementando la producción de norepinefrina (noradrenalina) y al igual que la liberación de endorfinas hace que se alivien los síntomas depresivos. La noradrenalina es también llamada la hormona del estrés, aunque también funciona como neurotransmisor y tiene diversas funciones. Cuando se produce una disminución de esta hormona, hace que la atención disminuya, disminuya nuestro ritmo circadiano, aumente el tiempo de reacción motora, aumenten los síntomas depresivos, exista falta de energía y apatía. Además, una disminución de la noradrenalina dificulta que nuestro cuerpo se prepare para responder a situaciones estresantes o peligrosas. En una situación de confinamiento como la actual, resulta más complicado poder realizar actividad física, por tanto, mantenernos inactivos puede favorecer sentimientos de tristeza, ansiedad o estrés.

Aumento o aparición de ira, nerviosismo y agresividad

Tal y como se afirmaba al comienzo de este post, se pretende dar a conocer las principales consecuencias de vivir en confinamiento y, otra de ellas es que, por lo general, tenemos un contacto tremendamente limitado con la naturaleza.

El no poder pasear por el parque, respirar aire fresco o ver paisajes verdes, (entre otros) puede agravar una sintomatología depresiva ya latente, así como generar estrés y, por ende, acabar debilitando nuestro sistema inmunológico, que recordemos es la defensa natural del cuerpo contra las infecciones como las bacterias y los virus. Puede aparecer también un aumento de la ira, la agresividad y el nerviosismo, agotando nuestra energía vital y empeorando la calidad del sueño.

Disminución del contacto social

Otra consecuencia del aislamiento es la limitación en las relaciones sociales. Ya Aristóteles afirmaba que “el ser humano es social por naturaleza”. El área social es de vital importancia en la salud mental de las personas. Estar aislados socialmente durante un gran periodo de tiempo favorece que nuestra autoestima disminuya, aumenten los problemas de aprendizaje, atención y toma de decisiones. Esto ocurre debido a que, en parte, formamos nuestra autoestima a partir del reconocimiento, la aprobación y el afecto de los demás. Algo parecido ocurre con la toma de decisiones y problemas de aprendizaje. En este último, se tiene en cuenta que una fuente directa de aprendizaje es la observación y el modelado. El estar asilados durante un largo periodo de tiempo limita mucho este tipo de aprendizaje lo que puede traducirse en un aumento de los problemas sobre todo para las personas más vulnerables.  Dicho de otra forma, nuestro cerebro deja de recibir estímulos y no trabaja a pleno rendimiento.

Recepción o búsqueda de información o sobreinformación: estrés prolongado

En esta situación actual en la que nos encontramos recluidos debido al estado de alarma provocado por la expansión del coronavirus existe un miedo generalizado en la sociedad. La presencia de este miedo produce la necesidad de estar en continua búsqueda de información, sin darnos cuenta de que este miedo se alimenta de la sobreinformación, al igual que le ocurre a la ansiedad. Cuando nos encontramos sobreinformados, en muchas ocasiones incluso con noticias que no son ciertas, nos posicionamos en un lugar muy estresante que aumenta nuestro estado de ansiedad. La falta de información, la incertidumbre pero también la sobreinformación son un factor de riesgo para la aparición de ansiedad y estrés.

Aumento de la vulnerabilidad: Vivir solo o acompañado

Tanto vivir solo como convivir con más personas en confinamiento durante un tiempo prolongado puede también tener efectos negativos en nuestra salud mental.

Además de los síntomas mencionados anteriormente de ansiedad, depresión, baja autoestima, estrés (entre otros), el hecho de vivir solo o convivir puede favorecer la aparición de síntomas de irascibilidad o agresividad. Finalmente esto se traduce en una fuente bidireccional de estrés y potencia los síntomas de ansiedad.

Para las personas que viven solas, la situación de confinamiento se convierte en una condición de especial vulnerabilidad ya que limitan mucho la vida social y esto hace que se aumente la sensación de aislamiento que ya de por si puedan llegar a tener en la vida diaria.

Sin embargo,  las personas en convivencia con una o varias personas se ven enfrentadas a tener que aprender a gestionar los problemas habituales de una convivencia en una situación mucho más excepcional.  Esto se origina porque durante nuestro día a día, nuestra vida gira alrededor del trabajo y obligaciones, sin embargo, permanecer mucho tiempo en casa hace que nuestra rutina tenga que cambiar de manera obligada y necesitamos adaptarnos a las nuestras nuevas necesidades pero también a las de otra u otras personas.

Como comentamos al inicio del post, el primer paso para poder afrontar psicológicamente esta situación de confinamiento es conocer qué es lo que produce la aparición de síntomas. Saber qué es lo que nos afecta psicológicamente nos da la llave para poder observarnos y gestionarnos emocionalmente. En este post anterior podéis encontrar algunas pautas básicas. No obstante, si la situación en casa es desbordante y sientes que puede contigo o con tu pareja/familia, no dudes en pedir ayuda. Cuanto antes aprendamos a gestionar este nueva situación, menos dañada se verá nuestra salud mental y la de los nuestros.

Con el objetivo de poder ayudar en cada hogar, adaptamos la ayuda psicológica a la modalidad online, permitiéndonos llegar a cada casa de la geografía española.

Consulta sin compromiso.

Equipo MentalMadrid

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