La autoestima es uno de los pilares más influyentes en el bienestar de las personas. Cómo sea la autoestima de una persona va a influir notablemente en la forma que tiene de relacionarse tanto consigo mismo como con los demás. Tener una buena autoestima va a favorecer comportamientos de autocuidado, el establecimiento de relaciones sociales y de pareja sanas y una mayor facilidad para establecer límites interpersonales, entre otros factores. Por ello, tenemos el derecho y el deber de cultivar nuestra autoestima cada día para poder sentirnos bien en cada paso que damos en la vida.
¿Por qué es importante que mi hijo tenga una buena autoestima?
Desde que nacemos, vamos construyendo nuestra identidad. En el desarrollo evolutivo del niño, hay un momento en el que empieza a ver que lo que él hace tiene repercusiones en cómo los demás interactúan con él. Así, poco a poco va construyendo un concepto de si mismo a través de la mirada del otro, junto con su propia mirada. Por esto, en estas primeras etapas es crucial la interacción que tenemos con los más pequeños, ya que esto determinará su desarrollo posterior y cómo de valioso se considera.
Los niños con una buena autoestima se sienten más seguros y confiados, tienen mayor capacidad para relacionarse socialmente y tener amigos, afrontan nuevos retos, se sienten capaces y saben discernir lo que está bien de lo que está mal.
Un niño con una buena autoestima es más probable que se convierta en un adulto con una adecuada salud mental. No obstante, no podemos olvidar la cantidad de factores externos que influyen en el desarrollo de cada persona y en el impacto emocional que ciertos acontecimientos puedan tener. Por esto, la autoestima es una variable importante a tener en cuenta pero no es la única.
¿Cómo puedo ayudar a que mi hijo tenga una buena autoestima?
Para fomentar la autoestima de los más pequeños es conveniente seguir las siguientes recomendaciones:
El amor es incondicional.
A la hora de establecer límites y normas, es importante que el afecto y el cariño nunca estén en juego. Por esto, no puede ser un elemento propio del castigo o del refuerzo. Es decir, no podremos utilizar frases del tipo “como te has portado mal, no voy a hablarte” o “solo si haces eso te abrazaré”.
Los niños necesitan afecto para su desarrollo físico y emocional y que ellos puedan sentir que sólo lo obtendrán bajo ciertas condiciones puede tener repercusiones graves en su vida posterior.
Se castiga el comportamiento, nunca la persona.
Recordemos que estas primeras etapas son un momento crucial en la construcción de la identidad de las personas. Por esto, si el niño cuando se equivoca recibe mensajes del tipo “eres un inútil, no sabes hacerlo”, integrará esto como parte de sus cualidades o capacidades personales. Siempre se recomienda señalar y corregir el comportamiento en concreto.
En relación con esto, será importante transmitir una aceptación incondicional, independientemente de las cosas que haga bien o mal. Asimismo, evita las comparaciones. Tu hijo es único y valioso por sí mismo, nadie es mejor ni peor que nadie.
Los límites y las normas son necesarios.
Los límites son un gesto de amor hacia nuestros pequeños. Los límites contienen, protegen y marcan el camino. Así, los niños van integrando cómo tienen que hacer las cosas y por dónde tienen que ir en la vida con seguridad. Para profundizar en esto, recomendamos leer nuestro post dedicado a las normas y los límites.
En relación con esto, será importante que ellos entiendan por qué tienen que seguir ciertas normas o comportamientos que, probablemente, no les apetezca hacer en ese momento. En este sentido, es recomendable atribuirlo a una norma social o algo que no denote que tiene que ver con un criterio personal.
Es decir, en vez de decir “tienes que ducharte hoy porque lo digo yo, porque sí o porque me pongo nervioso si no lo haces”, se podría cambiar por “tienes que ducharte hoy porque es importante estar limpio para sentirse bien”, por ejemplo. Así, irán integrando las normas sin vivirlas como una imposición por parte de una figura de autoridad.
Fomenta su autonomía.
El niño deberá ir asumiendo responsabilidades a medida que avanza en su desarrollo. Darle responsabilidades y no hacer nada por él que él pueda hacer por sí mismo es una forma de transmitirle que confiamos en él y en su capacidad para resolver las dificultades. La sobreprotección es uno de los comportamientos más incapacitantes.
Equipo MentalMadrid
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