Las pérdidas, las despedidas y las renuncias forman parte de la vida y, como tal, es algo con lo que hay que aprender a lidiar. Dentro de un proceso normal, las pérdidas van acompañadas de tristeza. Esta es la forma que tiene nuestro cuerpo para adaptarse a la nueva situación y no hay nada que podamos hacer para saltarnos este paso (Si quieres conocer más sobre el proceso de duelo, en este caso del duelo por la pérdida de un ser querido, no dudes en leer nuestro post.
Sin embargo, hay veces en las que parece que nos quedamos enganchados a personas, situaciones, recuerdos, ideas o expectativas que nos mantienen en el dolor y no nos permiten avanzar en la vida. Al estar con los pensamientos y las emociones en aspectos que ya no nos pertenecen o que han dejado de encajar en nuestra vida, nos limitamos para poder disfrutar del presente y para poder permitirnos recibir aquello que la vida nos ofrece.
Aprender a lidiar con las pérdidas implica también poder atravesar y soltar el dolor que las acompaña, para dejar paso a lo nuevo. Una vez atravesada la tristeza, será momento de agradecer y valorar el aprendizaje que nos queda de aquello que soltamos. Así, podremos ir más libres y ligeros por la vida para poder volver abrirnos a la capacidad de disfrutar.
¿Por qué nos aferramos a lo que ya no nos pertenece?
Como ya hemos comentado, soltar implica tristeza, miedo (al cambio, a lo desconocido…) y una serie de emociones que no siempre son fáciles ni agradables. Así, preferimos aferrarnos al pasado antes que enfrentarnos a ellas.
Hay otras veces en los que a lo que tenemos que renunciar para poder avanzar es algo más complejo, ya que forma parte de nuestra identidad o de nuestra forma habitual de actuar y, por tanto, nos da seguridad (aunque a veces también nos dañe). Puede que tengamos que soltar la necesidad de querer controlarlo todo (a los demás, el futuro…), de querer imponer nuestro criterio, de sobresalir en un grupo, de necesitar ser aceptado, de cumplir con lo que otros esperan de nosotros…
En cualquiera de los casos, una terapia puede ser un buen espacio para poder elaborar aquello que nos tiene estancados. Así, mejoraremos la confianza en nosotros mismos.
¿Cómo puedo empezar a soltar?
El primero de los pasos para empezar a soltar es tomar conciencia de que estoy enganchado a algo que pertenece al pasado o que ya no encaja con mi forma de estar en la vida, a una persona que ya no quiere estar o a un ideal que me limita.
Después, comenzará el trabajo en la aceptación, en ser conscientes de que las cosas ocurrieron de una manera y que, aunque nos disguste, no podemos hacer nada para cambiarlo ni para que hubiese ocurrido de otra forma. Además, en este paso habrá que aceptar que esto que valorábamos y que ya no vamos a volver a tener es algo que duele. Así, podremos permitirnos sentir las emociones que acompañan al proceso y lo podremos atravesar.
En este punto, puede venir bien hacer una carta de despedida para cerrar el capítulo y poder ir centrándonos en el momento presente. En esta carta, será recomendable que aparezcan todas las emociones que estamos sintiendo en este proceso (tristeza, enfado, decepción…) para, después, poder agradecer a lo acontecido todo lo que ha aportado al momento presente y el aprendizaje que ha dejado a su paso.
Después, puede ser útil romper o quemar la carta y comenzar a centrarse en el presente: disfrutando de las pequeñas cosas, haciendo actividades nuevas, conociendo nuevos lugares y personas y confiando en nuestra capacidad para resolver las dificultades.