La psicología, en general, y la psicología clínica, en particular, tienen como objetivo principal intentar que la persona que acude a terapia pueda encontrar en ésta un espacio seguro donde sentirse cuidado, acompañado y guiado para resolver el malestar o problema que presente en su momento vital.
Por desgracia, la psicología es una profesión cargada de mitos y de aspectos que la estigmatizan y la limitan como, por ejemplo, que “la terapia es para los locos” o el pensamiento de que el psicólogo es una especie de superhéroe o superheroína que con una bola de cristal puede detectar el pensamiento del paciente y dar con la clave de su bienestar. Además, existe una cierta exigencia social de que el psicólogo no puede tener problemas o, en caso de tenerlos, debe saber manejarlos.
¿Cómo es un psicólogo?
El psicólogo, a través de su formación y experiencia, conoce en profundidad el funcionamiento humano a nivel biopsicosocial, además de haber adquirido un entrenamiento en ciertas capacidades que llevan a poder ver el funcionamiento individual de cada persona, así como sus dinámicas relacionales. Con todo ello, el psicólogo intentar guiar y acompañar a la persona en su proceso de autoconocimiento y de sanación mediante diferentes técnicas y herramientas que variarán en función de la corriente que éste siga.
Sin embargo, más allá de la parte profesional, el psicólogo es una persona y, como tal, también sufre, se siente perdido, padece ansiedad, se siente desbordado por sus propias emociones, se exige, o despliega cualquier otro tipo de mecanismo o defensa que tiene el psiquismo para hacer frente al sufrimiento humano.
Por otro lado, un psicólogo también es una persona que puede querer potenciar su autoconocimiento o fomentar su crecimiento personal y, para ello, es necesaria la mirada de un tercero que no esté contaminado por aspectos emocionales.
¿Cómo se cuida un psicólogo?
Desde MentalMadrid entendemos que poder tener una buena salud mental es un gesto de responsabilidad por nuestro trabajo que se va a reflejar en la manera en la que nos relacionamos con nuestros pacientes.
Creemos que hay dos formas principales por las que el psicólogo puede ser cuidado:
- Terapia psicológica.
Los psicólogos también son personas que pueden querer conocer, profundizar y sanar aspectos de su propia vida para encontrar su equilibrio emocional y personal, por un lado, y para ser mejores profesionales, por otro.
Además, cuanta más conciencia tenga un psicólogo de su propio funcionamiento psíquico, de sus propios mecanismos de defensa y de aquellas situaciones que le ponen en alerta o que le resuenan a nivel emocional, más fácil va a ser que se haga cargo para evitar que esto interfiera en el proceso terapéutico de un paciente. Este proceso se conoce como transferencia y es un fenómeno ampliamente estudiado por corrientes dinámicas y humanistas.
- Espacios de supervisión psicoterapéutica.
Los espacios de supervisión pueden realizarse a nivel bipersonal o en grupo y consisten en que un psicólogo expone un caso con el que tiene ciertas dificultades y el grupo o un psicólogo experto escuchan e intentan identificar dónde se encuentra la dificultad, aportando una visión externa enriquecedora.
En estos espacios, es habitual encontrar dos focos principales. Por un lado, se trabajará en común para entender el caso supervisado y, consecuentemente, establecer las pautas de actuación. Por otro lado, se trabajará sobre los aspectos propios de la transferencia. Es decir, se pondrá atención aquello que resuena con la vida o con el manejo emocional y/o relacional del psicólogo que supervisa su caso para así poder aislarlo y que no interfiera en la terapia.
Conclusiones
Consideramos que el cuidado del cuidador, en este caso del psicólogo, va a ser un parte esencial y necesaria en el trabajo con personas. Poder estar al otro lado de la silla ayuda a empatizar con el paciente, a sensibilizarnos con el sufrimiento humano y a colocarnos con respecto al otro en una posición de igualdad y de respeto.