Identidad hipotecada: cuando no se te ha permitido ser

La identidad hipotecada es un concepto útil para describir cómo las personas pueden llegar a comprometerse con una identidad -valores, creencias, roles- sin haberlos explorado de forma profunda, sin haberlos cuestionado.

Es un término que fue desarrollado por el psicólogo James Marcia en relación a la formación de la identidad durante la adolescencia.

Con frecuencia, las personas con identidad hipotecada se muestran conformes con las expectativas de los demás, con las normas externas, y es probable que no hayan pasado por ninguna crisis de identidad, es decir, que no han experimentado un periodo de duda o de exploración.

¿Por qué se origina la identidad hipotecada?

La tendencia de las personas que conviven, o que viven cerca, es mantener conductas, hábitos, manías, formas de expresión emocional, etc muy parecidos.

La adolescencia es un periodo de crisis en el que se da la construcción de la identidad, el desarrollo individual de la persona. Conseguir esto es necesario si queremos llevar una vida autónoma e independiente. Sin embargo, no siempre se puede conseguir esa construcción de la propia identidad cuando ésta está hipotecada.

Hay estilos parentales, de crianza, que no favorecen o que incluso impiden la independencia de los miembros del grupo. No quieren o no aceptan pensamientos, valores o conductas diferentes a los de la dinámica familiar. Así, la identidad de los hijos es compartida por todo el sistema familiar.

En contextos sociales, o familiares, en los que las normas sociales y las expectativas de los demás son más fuertes, es más probable que ocurra la identidad hipotecada.

Las personas con identidad hipotecada tienden a adoptar valores, creencias y roles que les han sido transmitidos por figuras de autoridad, ya sean padres, madres, maestros y maestras, o la propia cultura, sin cuestionarlos.

Tampoco ayuda la presión de tener que definir nuestra vida y nuestra carrera en una etapa temprana.

Ejemplos de identidad hipotecada

Es común que la persona en cuestión no se haya planteado si tiene o no una identidad hipotecada, de modo que ofrecemos ejemplos clarificadores:

-Un joven que sigue la carrera de medicina porque su familia lo espera, de forma que lo hace sin considerar otras opciones o sin plantearse qué es lo que realmente le interesa a él.

-Alguien que adopta las creencias religiosas de su familia sin explorar otras posibilidades o sin cuestionarlas.

-Una persona que no se ha planteado su futuro porque ya sabía que tendría que dedicarse al negocio familiar.

-Quien no ha podido elegir libremente sus valores políticos porque han sido inculcados por su entorno.

A veces, no es hasta la edad adulta-incluso adulta avanzada- cuando se dan cuenta de que algunas de sus decisiones estuvieron condicionadas por esa identidad compartida en su hogar o en su contexto social. Y a veces se trata de decisiones tan importantes como la elección de una pareja o de un trabajo. Una persona con identidad hipotecada elige en base a los valores que tiene y que no ha podido cuestionar, o incluso en base a lo que su grupo familiar o social le «permitiría» elegir.

En ocasiones, también se toman estas decisiones y elecciones como una muestra de rebeldía frente a esa colectividad. Incluso puede utilizarse para poder salir de esa dinámica familiar y marcharse.

En cualquier caso, ninguna de las elecciones están desvinculadas de la influencia de los otros, por tanto no es libre y auténtica.

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Síntomas

  • Sensación de que la vida no está alineada con el verdadero yo. «Tengo la sensación de que no es esto lo que quiero»
  • Insatisfacción
  • Falta de motivación
  • Conflictos internos
  • Mayor vulnerabilidad al estrés
  • Mayor vulnerabilidad a crisis emocionales cuando hay experiencias que cuestionan sus creencias no exploradas
  • Aunque proporciona estabilidad temporal, a largo plazo puede derivar en crisis de identidad cuando la persona finalmente se plantea reevaluar sus valores y creencias.

¿Qué puedo hacer si tengo identidad hipotecada?

Aunque a priori pueda parecer que no, lo cierto es que no haber conseguido la diferenciación es un problema serio que dificulta llevar una vida adulta, autónoma e independiente.

Lo principal es darse cuenta de que tenemos identidad hipotecada. Plantéate si tus compromisos se basan en una exploración genuina o no, si son en base a tus verdaderos deseos.

Las personas con identidad hipotecada deben comenzar a cuestionar y a explorar sus costumbres, sus compromisos, sus valores, sus creencias…A veces necesitan hacerlo en terapia, en un espacio seguro donde poder cuestionar y redefinir su identidad sin sentirse tan perdido en ese abismo.

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Reconocer y cuestionar una identidad hipotecada es importante para el crecimiento personal, el desarrollo individual y el establecimiento de relaciones sanas en una vida más auténtica y satisfactoria.

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Natalia Gordillo

Psicóloga MentalMadrid

MentalMadrid

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