¿Somos capaces de tolerar el dolor?
En la sociedad actual vivimos conectados, con mucha actividad física, laboral, académica y social. Además, es una sociedad en la que parece que debemos sentirnos siempre positivos y plenos de felicidad. No queda tiempo ni espacio para estar en contacto con nosotros mismos y para reflexionar sobre el por qué de lo que nos pasa o de si tienen cabida ciertas emociones. En este contexto cabe preguntarnos, ¿estamos disminuyendo la tolerancia al dolor y a los sentimientos desagradables?
Según datos de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), el consumo de fármacos antidepresivos en nuestro país se ha triplicado en 10 años. Sin embargo, no es esta la única vía que tenemos para escapar de nuestra angustia. Cuando consumimos alguna sustancia, cuando desviamos nuestra atención y pensamientos hacia cualquier actividad o preocupación menos relevante, cuando no nos responsabilizamos de aquello que genera las emociones, cuando depositamos en el otro lo que genera malestar en nosotros mismos…
¿Cómo funciona nuestro sistema emocional?
Nuestro organismo nos protege de aquello que nos asusta o de las emociones que no podemos sostener. Sin embargo, al utilizar alguna de las estrategias mencionadas en el apartado anterior sólo aplazamos la aparición del malestar. Las emociones son reacciones de nuestro organismo para adaptarnos al ambiente que nos rodea y nos informan de algo de nuestro alrededor o de nosotros mismos. Por lo tanto, las emociones, son útiles aunque algunas de ellas puedan resultar más desagradables o nos informen de aspectos de nosotros o de nuestro pasado que nos resulte doloroso.
Es importante que poco a poco vayamos realizando un trabajo personal a través del cual conozcamos la procedencia de esas emociones y aprendamos a regularlas para poder vivir con ellas, ya que forman parte de la vida y de lo que cada uno de nosotros somos. Gran parte de las habilidades que dan lugar a una vida satisfactoria son de tipo emocional más que intelectual. Al conocer y saber gestionar nuestros propios sentimientos podremos conocer los de otras personas y relacionarnos de una manera más madura y equilibrada. Podremos entender que todos nosotros, en determinados momentos, podemos actuar o pensar guiados y sesgados por aspectos emocionales.
¿Cómo podemos aprender a autorregular nuestras emociones?
Para poder regular la emoción el primer paso es no censurarlas, permitirnos sentirla a todos los niveles. Una vez hemos notado que ha entrado en nuestro cuerpo podemos observarla tomando un poco de distancia, respirar y notar su presencia, sosteniéndola sin luchar para hacerla desaparecer. Después, es conveniente que intentemos poner nombre a esa emoción para saber cuál es su origen y su mensaje.
Este procedimiento conlleva un entrenamiento y, en muchas ocasiones, será recomendable la ayuda de un psicoterapeuta para que nos facilite el proceso de aprendizaje emocional. El psicólogo es una persona ajena que aporta una perspectiva objetiva de lo que ocurre en el funcionamiento del otro. Además, cuenta con los conocimientos necesarios para saber explicar el por qué de lo que nos ocurre y nos puede dar herramientas para que utilicemos en determinados momentos de malestar.
La aceptación es la pieza central
Nuestras angustias, aunque a veces sean dolorosas, son las cartas que en la vida nos han tocado y no tenemos otra opción que aprender a jugar con ellas. Al escucharlas y sostenerlas estaremos dando un paso más en el camino del autoconocimiento. Este proceso, aunque en algunas ocasiones puede ser muy doloroso, nos dará sensación de valía, de tranquilidad para con nosotros y de bienestar en el resto de las esferas de nuestra vida ya que sentiremos que, independientemente del lugar en el que estemos o de las personas que nos rodeen, vamos a ser capaces de regularnos a nosotros mismos.
Las emociones son parte de lo que nosotros somos, por eso debemos atenderlas y quererlas porque al hacerlo nos estaremos cuidando y queriendo a nosotros mismos.
EquipoMentalMadrid